Somos un deseo y una pasión, y somos el anhelo de lo indescriptible. Entre la carne nos anudamos y separamos, y en cada orgasmo encontramos una respuesta llena de estupor, de vacío o de infinito. El amor no mata pero puede transformar hasta el más íntimo resquicio del alma. El deseo y el gozo son veneno si no se proyectan en otros seres, si no llegan a satisfacerse en la casi infinita exploración. Pero también somos aislamiento y deseo de transfiguración, queremos ser como dioses sin dejar de ser hombres, y traspasar los umbrales de todo aquello que nos limita y nos retiene. Al final, en la plenitud de la contradicción, miramos al abismo y, ante nosotros, un cuerpo deseado y urdido desde los fondos de nuestro anhelo aparece, dispuesto a ser poseído o dispuesto a devorarnos...
Tapa blanda:
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