Ese lóbrego linaje de seres, que yacían aparte, en medio de la noche, lucubrando su inocencia y depurando sus pesares, no está más con nosotros. Ya su esplendor se esfumó, se perdió en el tiempo, en la raja final, entre el crepúsculo y la aurora. En un parto nuevo de la madre tierra, salían de la kiva, de los bosques, de los peñascos o las flores, hombres y mujeres anhelantes de sí mismos, aventureros que traspasaban las puertas; pero ahora que éstas se han cerrado, y que no hay ser humano capaz de abrirlas con una mano digna y afable, pues bajo el manto de las estrellas solo hay confusión y sangre, ahora, que los umbrales están perdidos y sellados columpiándose entre el vacío y el dolor, solo queda salir por las noches, en el ensueño, con el corazón como estandarte, con los ojos cerrados, pero el OJO abierto.
nodens
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